No tenía nombre - ni se lo quisimos poner. Era una gata callejera, una de las muchas que pueblan esta ciudad. También era de las muchas gatas callejeras que sufrió un atropello, quedando parapléjica. Pero esta vez fue diferente. Esta vez alguien se fijó en ella, no hizo oídos sordos a su sufrimiento, y no la dejó tirada como si de un trapo viejo se tratara. La metió en una caja, y la llevamos al veterinario. ¿La realidad? Rotura de cadera. Traumatología. Dolor. Mucho dolor. Una pobre gata que lo único que hacía era sobrevivir. Una gatita tricolor que cuando se despertó aquel día no sabía que iba a ser el día que la muerte se iba a cruzar en su camino. Una gata que a pesar de tener medio cuerpo que no la respondía, se defendía con uñas y dientes. Una gata que iba perdiendo el brillo de sus preciosos ojos verdes al verse impedida en una caja. No quería comer. Estaba débil. Sufriendo. No podía hacer sus necesidades, y no quería ayuda. Quería vivir libre, feliz. Ir donde quisiera, cuando quisiera, y hacer lo que quisiera. Pero no pudo ser. Un hijo de puta la atropelló. Y la ignoró. Un hijo de puta que seguramente esa noche, cuando vió a sus amigos, dijo: "Un puto gato se cruzó en mi camino, así que aceleré y le atropellé. No veas que divertido fue." Ahora otro ángel está al otro lado del arcoiris, sin sufir, corriendo, siendo libre, y entera otra vez. No era mi gata, no la he dormido, pero siento que soy la culpable. Siento que habría tenido que luchar más por ella. Hoy el mundo es un lugar más triste. Hasta el cielo llora esta pérdida injusta. Y todo por un cabronazo que vio un gato callejero y aceleró para pillarlo. Espero que acabes tus días agonizando en una cuneta sin que nadie te preste ayuda. Es lo mínimo que te mereces.
Juncal, muchas gracias por pararte a ayudarla.
Y a ti, mi preciosa gatita, mi Katty, espero que algún día nos volvamos a ver. Y poder verte jugar. Y poder enseñarte lo que son las caricias, los besos, y el amor. A ti, mi preciosa gatita, te dedico las noches que no he podido dormir pensando en ti, las muchas lágrimas que he derramado pensando en tu sufrimiento, y las que seguiré derramando por saber que ya no estás aquí. Te quise desde el primer momento en que te vi. Aunque me bufases y me atacases. Aunque sabía que el hecho de quererte me iba a romper el corazón. Aunque sabía que nunca ibas a ser mía, te quise. Y te querré siempre.
Se feliz allá dónde estés. Olvida el miedo, el dolor, y que vuelvan a brillar tus ojos verdes.
Mi preciosa gatita tricolor de ojos verdes.